Chile, 14 de agosto de 2019
"Soñé con vos. Que estabas atrapada en una telaraña. Pero era una tela normal. Simple. Podías arrancarla fácilmente con la mano. Pero no lo hacías... Arranca la telaraña, Dan". No he dormido bien estos días. Soñé con tantas personas que ya no encuentro un rostro plano, uno que me alivie. Los reencuentros siempre están cubiertos por esa atmósfera inmediata de separación irrenunciable. Suelo despertar a las 6:30, a las 6:25, a las 6:46, creyendo que alguien me espera. Qué terrible han sido estos días, no por el frío sino por esta valentía que no existe. ¿dónde mis manos? Cómo suplicarles que se muevan, que si creen mí que se muevan, apenas un gesto podría salvarme de arder en el mar. En mí y las olas no hay ocultos, somos el presentimiento de un fondo. Este sumergirse sin brazos cansa. Aún conservo mis piernas, que son mías y que se niegan a abandonarme. ¿Tú también soñarás que estoy atrapada en una telaraña? Porque lo estoy, seguramente lo estoy. Intento descifrarla, tocar sus hilos, pero se quiebra y vuelve a figurarse, más fuerte. Prometí aceptarla, verme atada tempestad, pero no quiero, no quiero.
D.N
16:27
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