MAR BÁLTICO


La sequía me persigue. Mi cuerpo de neonata no expuesta a la divinidad navega en la balsa de mi padre. Hay una manta que cubre el rostro leve, su olor salitre me sabe maldita y arde, mi cara se incendia y me preguntas por qué nací tan enferma. La sequía me persigue, mi padre ha olvidado al diminuto cuerpo bajo el sol del caribe, navego como un espejismo del trópico huérfano de noche. Padre, he recolectado estos caracoles para ti. Padre, he escrito un poema para después de tu muerte, lo murmuro desde esta balsa que es débil y me tiembla, lo murmuro para que tu cuerpo inmóvil emerja. Te ha llevado un mar oscuro mientras solo juntaba mis manos lejos de casa. Eres ceniza que no es mía ni de dios. Espárcete sobre este cuerpo moribundo y diáfano, sopla la sal de mi pequeño pecho enceguecido y dale a tu hija descanso eterno. Al final siempre regreso hacia la sombra, esta balsa que habito se ha detenido ante la especie. Si vine de tan lejos fue para susurrar al triste animal del báltico sobre lo fácil que es hundirse. Mis manos gélidas intentan aplaudir en el vacío. Nadie va a salvarnos cuando los muertos florezcan como bacterias en los ojos. Nadie va a salvarnos. He venido de tan lejos y no se escucha más que el hambre mientras te veo nadar de espalda sin ahogarte. Nunca hubo más peso que mis huesos en esta balsa. Nunca nadie, nunca. Apenas la brisa seca del báltico tropezando con mi rostro en la última señal de la cruz.


[Con este poema formo parte de la antología del Concurso Nacional de Poesía Rafael Cadenas 2016, Venezuela. Puedes descargar el libro acá: https://lapoeteca.com/nuestras-publicaciones-concurso-nacional-de-poesia-joven-rafael-cadenas/]




No hay comentarios:

Publicar un comentario