LUNES
—Tempestad
He sobrevivido al hartazgo, cada dedo entra en mi boca para descubrirlos completos, intactos, pero qué tocarán sino una piel que se sabe otra, deshabitada, ínfima, pendiendo de un hilo. He sobrevivido al hartazgo, ahora el puño cerrado y el sonido de los dientes que chocan, que impiden el quiebre, que chillan y se enroscan hasta volverse espiral, asfixiándome. He sobrevivido al hartazgo de roerme a mí misma, cada noche, con la imposibilidad de habitar un sueño donde no existo. Ya cantan el día los pájaros, debo cerrar cada ventana, ocultarme.
MARTES
—Revelación
Dijiste que sobreviviría cuatro días, cuatro días, cuatro días, cuatro días de veinticuatro horas, cuatro días de insomnio, cuatro días de angustia, cuatro días de miedo, dijiste, que, sobreviviría cuatro días, no cuarenta, no cuatrocientos, no cuatromil, solo cuatro. Y yo lloré, lloré mucho, cambiando el agua del jarrón y pensando en mi muerte.
MIÉRCOLES
—Silencio
Qué es esa voz que canta, ¿puedes escucharla? Tú, que no tienes rostro, ni manos, ni palabras. Qué es eso que te nombra, que te clama, ¿puedes escucharlo?, ¿puedes pronunciar, apenas, las iniciales de mis nombres? He despertado sola, sola, sola, sola, he de despertar sola siempre.
JUEVES
—Hastío
Hablo en otros idiomas, prefiero hablar en otros idiomas.
VIERNES
—Sueño
Ya no hay mar, no sueño con nuestros rostros, han desaparecido, todo se me ha negado, al fin.
SÁBADO
—Agua
De regreso a casa vi cada montaña, el sol desaparecía y, pensé, todo esto es arena, tierra estéril y náufraga, distante, tuya.
DOMINGO
—Cortar
¿Quién esparcirá mis restos?
(ejercicio de escritura de diarios, 20 minutos, durante el taller de poesía Incurable que dicté el mes pasado)